EL ABRAZO

En estos días, en estas horas extrañas en que se nos da por extrañar, he llegado a la conclusión de que la verdadera culminación del futbol es el abrazo; no, no es el gol como podría pensarse, el gol solo es un excelso pretexto. Es el abrazo. Imposible estallar de jubilo y algarabía sin abrazar.

El futbol y la vida está hecho de abrazos, pensémoslo. A la menor provocación en el campo y en la tribuna, se abraza, ni siquiera está confinado a los goles (confinado, qué de moda anda esa palabra por estos días; ni siquiera sé si debí utilizarla), se abraza cuando se ataja un penal, cuando un defensa saca en la raya de meta una pelota, en los goles, en el medio tiempo. Al final del partido. Se abraza cuando se gana. Se abraza cuando se pierde. ¡Qué magia tiene un abrazo para experimentar dos sensaciones opuestas de la misma manera! Abrazar cuando se pierde y cuando se gana, ¡qué magia la de los abrazos, carajo!, y qué paradójico resulta que el más democrático de los gestos hoy sea una amenaza y esté a punto de extinguirse junto con los rinocerontes blancos y las vaquitas marinas. Qué miedo da que se extinga, que no vuelva de la misma manera cuando vuelva todo a la “normalidad”. Da miedo que el abrazo se vuelva miedoso y la distancia se perpetúe como un hábito, que la expresión más humana y solidaria ya no regrese. Poca cosa no es.1529253537_930758_1529253740_noticia_normal

Así que por favor, mucho cuidado con eso humanos, para que cuando todo esto pase, cuando la urgencia amaine y volvamos a sentirnos libres, no olvidemos rescatar el abrazo. Haciéndonos sentir que durante todo este tiempo no sólo extrañamos querer si no que aprendimos a querer mejor. Que la próxima vez que abracemos parezca la primera vez. Porque si algo nos ha enseñado tanto la vida como el futbol es que los abrazos sirven para decir gracias, te amo, cuenta conmigo, te extrañé, me haces falta. Porque solo el abrazo es capaz de decir lo que no dice la lengua.

Cuando todo esto pase, rescatemos el abrazo y digámonos mucho sin decir palabras.

Hacer los cambios a tiempo.

Gran parte del éxito del futbol (y la vida) consiste en saber encajar los cambios en el tiempo. Un cambio de ritmo o de juego, un cambio de jugador o de técnico, un cambio de estrategia o de táctica, un cambio de look o un cambio de equipo, un cambio de vida o muerte, un cambio. Los cambios son importantes siempre, pero más importante es saber cuándo hacerlos, ahí está el secreto del éxito. El tiempo es sabio y bien manejado juega a favor y eso es lo que todos deberíamos de saber por poco que sepamos.

cambio-en-el-futbol

En el mundial del 94, México (quizá con la mejor selección que se ha tenido) llegó a octavos de final contra Bulgaria, un equipo que parecía asequible en el papel, sin embargo sorprendieron con un gol tempranero y diez minutos más tarde el tricolor empató de penal. El partido volvía a estar como al principio y la selección nacional mostraba jerarquía, parecía estar todo bajo control nuevamente, el mayor de los engaños, “parecer estar todo bajo control”, algunos le llaman la zona de confort. Ese empate se extendió a tiempos extra y el técnico con un ataque de dudas, no se atrevió a hacer un solo cambio, ni uno solo, el miedo pudo más, dejando en la banca a Hugo Sánchez, el delantero más letal que ha dado México. De los tiempos extra pasaron a los penales donde finalmente perdieron irremediablemente. El técnico tuvo que cargar con esa pesada loza. No hacer los cambios a tiempo había cobrado la factura más hija de puta, la del “qué hubiera pasado”.

En la vida (y el futbol) siempre habrá“casualidades”, síntomas, padecimientos, enfermedades y todas ellas son señales, señales que empujan, que muerden, que hacen aspavientos, por eso se recomienda andar por ahí bien atento haciéndoles caso, con un ojo a la pelota y otro al rival, con una mano en la urgencia y la otra en la puerta. Nunca se sabe cuándo hay que salir corriendo de lo que ya no te hace feliz. Porque hay leyes que se cumplen por encima de las voluntades, por encima de las terquedades de disimular que todo está bien, por encima de aferrarse a la zona de confort donde a veces, ya no hay nadie mas que nosotros. Esas leyes, sabias que son, nos enseñan que el tiempo sólo puede brindarnos dos tipos de destino, el fijado y el aceptado, es por eso que si no cambias la vida, la vida te cambia. Irremediablemente.

Por eso la única manera de no pagar la factura del “qué hubiera pasado”, es empezar por aprender que los cambios hay que hacerlos a tiempo.